lunes, 16 de junio de 2008

Alsina y Piedras

Es notorio que quienes diseñaron el hotel Intercontinental respetaron elementos del paisaje urbano preexistentes, ya que la vista de la medianera (más de dos metros de espesor) de la vieja iglesia San Juan Bautista (cuya primera construcción data de 1719) en el parque trasero entre el vanguardista hotel y la antigua construcción; no hace mas que afirmar que la fusión arquitectónica entre estilos diferentes en el tiempo no solo es posible, sino estéticamente admirable. El pequeño parque es público, y en él almuerzan muchos oficinistas buscando sin dudas un momento de distensión durante la semana. Ideal para días soleados de otoño y primavera.

Lograr esta integración mediante el parque entre dos edificios no solo disímiles en lo funcional, sino también en lo estilístico, es demostrar voluntad por rescatar el cada vez mas exiguo patrimonio arquitectónico de Buenos Aires (aunque hay que admitir que derrumbar una iglesia es más inadmisible que hacerlo con una vivienda), que sobrevive a la fiebre inmobiliaria que en otros barrios no hace más que demoler antiguas construcciones cualitativamente importantes.

La calle Alsina en un sábado tranquilo desde su intersección con Piedras. Puede apreciarse al fondo el imponente monumento ecuestre al General Roca en la intersección de Alsina con la Diagonal Sur, y más allá puede observarse el edificio Libertador del Ejército Argentino, sobre la avenida Paseo Colón. En días de semana, el caos de vehículos en esta calle céntrica no cesa entre las 09:00 y las 18:00 hs.

Esquina de Alsina y Piedras, antiguamente calles Potosí y De las Piedras, donde puede observarse una de las dos torres, diferente de la otra, que aunque poco puede apreciarse por el balcón de la vivienda frente a la iglesia, se nota la diferencia.

El misterio de los túneles de Buenos Aires

No puede mencionarse a esta iglesia sin hacer referencia a los túneles, un viejo mito de la ciudad proveniente de fines del siglo XIX, donde el más popular declara que existe una red interconectada entre varios conventos del casco antiguo de la ciudad desde la época colonial realizada por los jesuitas. Específicamente hay algunas evidencias que indican que desde esta iglesia existe un túnel de unos siete metros de ancho y diez de alto que llega hasta la calle Defensa. Las certezas se basan en los testimonios acerca de algunos hundimientos del terreno, en particular en la esquina mencionada, que dejaron al descubierto parte de estos túneles e incluso un techo abovedado, a principios del 1900. Los testimonios están documentados en el diario “La Nación” y la antigua “Caras y Caretas”.

Puede apreciarse en la fachada de estilo neorrománico el enorme rosetón.
Si bien los túneles pueden existir, no queda clara su función, ya que los que corresponden a los desagües cloacales son diferentes. Se especula que esta red de comunicación subterránea era para resguardar autoridades y tesoros contra eventuales invasiones hace más de dos siglos. Pero cabe una pregunta acerca de esta cuestión: ¿Era Buenos Aires lo suficientemente importante como para ser invadida por piratas o por alguna potencia extranjera? La historia devela que no, aunque se han sufrido dos invasiones inglesas. Es notable que ni siquiera hubo recursos para construir fortificaciones.

Vale resaltar que en el patio se hallan enterrados algunos combatientes de las Invasiones Inglesas (1806 y 1807), tanto criollos como británicos ya que el recinto ofició de hospital durante los conflictos; además de la tumba de un antiguo virrey: Don Pedro Melo de Portugal y Villena.

Los refutadores de leyendas
Parafraseando a Alejandro Dolina acerca de los antipáticos refutadotes de leyendas que son capaces de contrarrestar hasta los misterios más insondables del universo, existen aproximaciones académicas al misterio de los túneles de Buenos Aires que rebaten la leyenda. En la Revista de Arqueología Histórica Argentina y Latinoamericana (Nro.1 - 2007)
Schavelzon manifiesta que se habla acerca de los túneles de Buenos Aires desde que gobernaba Juan Manuel de Rosas, y detalla brevemente como la explicación funcional de los mismos obedecía a cierta conveniencia coyuntural de diferentes grupos sociales o de poder. Por ejemplo los unitarios manifestaban que eran cárceles federales, y estos lo contrario, mientras que para Domingo F.Sarmiento eran lugares asociados a atrocidades cometidas por los jesuitas y para Joaquín V.González se trataba e una obra excepcional de estos. En el siglo XX, Gresbelin concluyó luego de varios estudios a lo largo de años, que tales túneles formaban redes subterráneas que unían edificios oficiales como el cabildo, fuerte, la catedral y los principales conventos religiosos, y que los mismos eran obra de los jesuitas. (Schavelzon, Daniel. Revista de Arqueología Histórica Argentina y Latinoamericana, Nro.1, 2007).
Schavelzon advierte que hay que desconfiar de las explicaciones sencillas y que a veces toda leyenda termina cuando la desmorona una explicación racional respaldada por evidencias, ya que a partir de un estudio suyo en la ciudad de Paraná, echa por tierra que supuestos túneles tres veces centenarios sean atribuidos a los jesuitas ya que pertenecen en realidad a un desagüe y el sótano de una cervecería.
Así como muchas civilizaciones o sociedades poseen una ilustre herencia romana, griega, inca o azteca; nuestra breve historia por el momento atribuye ciertos males y virtudes heredados al paso de los jesuitas por estas tierras.

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