miércoles, 5 de marzo de 2008

Las bolitas

En Argentina se llama de esta manera a lo que en otros países latinoamericanos se les denomina “canica”. Son de vidrio y diversos colores. Hasta no hace mucho, antes del advenimiento de la televisión por cable, los videojuegos y otros entretenimientos electrónicos, era un juego tradicional para la niñez. Ya para la década del 70, comienza a extinguirse, e incluso los niños de las décadas del 90 en adelante tal vez no hayan visto alguna jamás.
Para explicar la desaparición de las bolitas en nuestro país, habría que dirigirse a la mejor referencia escrita hasta el momento aparecida en el libro “Crónicas del Ángel Gris” de Alejandro Dolina. Se trata de la monografía inédita de Manuel Mandeb “Faltan bolitas” de 315 páginas.
Aquí una breve transcripción del capítulo 11 del libro de Dolina que a su vez encierra la cuestión planteada por Mandeb:
Resulta difícil hablar sobre la desaparición del juego de la bolita sin entrar en espinosas controversias.
Desde luego se trata de un asunto complejo y puede ser examinado según criterios muy diferentes.
Las personas sencillas afirman simplemente que se trata de una decisión de los chicos, arbitraria, inexplicable y -por lo tanto- indigna de ser discutida.
Los psicólogos, antropólogos, electrotécnicos y aun los contadores suelen llamar la atención sobre la influencia de otros entretenimientos de emoción mas sostenida, como la televisión, el billar japonés, el cerebro mágico o las palabras cruzadas.
Los Refutadores de Leyendas niegan que haya existido jamás un juego semejante y se oponen con argumentos inexpugnables al mito de la vieja niñez romántica.
Por el contrario, los Hombres Sensibles aseguran que la desaparición del juego de las bolitas es el resultado de una conjura universal.
Este punto de vista es muy interesante y vale la pena elucidarlo.
En su monografía Faltan Bolitas, el pensador de Flores, Manuel Mandeb, plantea un interrogante que nos deja perplejos. Veamos.
"...Este juego parece haber empezado a languidecer en 1960. Pero puede afirmarse que en ese momento ya hacia por lo menos cincuenta años que se jugaba. Entonces había veinte millones de habitantes en el país, y no era demasiado audaz afirmar que, en el medio siglo de su auge, el juego de la bolita había sido practicado por diez millones de individuos en uno y otro momento de sus vidas. Ahora bien: cuantas bolitas poseía cada niño aficionado, como promedio? Digamos cincuenta. Multipliquemos: cincuenta por diez millones. Son quinientos millones de bolitas. Bien, volvamos al presente: alguno de ustedes ha visto una bolita en el ultimo año? Seguramente no. Yo pregunto: donde están los quinientos millones de bolitas? Quien las tiene?
“Y no me digan que el tiempo las destruyo porque el viento y la lluvia no son suficientes para destrozar una bolita...
“...Las canchas han sido arrasadas y hasta pavimentadas, los hoyos fueron rellenados, los jugadores se han visto tentados por otras disciplinas. Alguien esta borrando todo vestigio del paso de las bolitas por esta tierra..."

Para conseguir alguna de estas bolitas y reflotar antiguos juegos, hay que acercarse a la feria de antigüedades de la estación “Barrancas” del turístico Tren de la Costa de San Isidro. En estos canastos debe haber unas 500. Es decir, que según el cálculo de Manuel Mandeb, en este lugar se encuentra el 0.0001% de las bolitas misteriosamente desaparecidas. Alguien las recupero, será cuestión que el misterioso vendedor del puesto lo explique. Aunque ante la pregunta, alego que el dueño no estaba en ese momento y él, por supuesto, no sabía nada.

Bibliografía: “Crónicas del Ángel Gris”, Dolina Alejandro, Colihue, Buenos Aires.
Aclaración: la monografía de Manuel Mandeb tal vez sea apócrifa, aunque el mismo Dolina no lo aclare en su libro.
Quien desee leer el cuento entero, circula en la Red y allí se explica las variantes para el jugar a las bolitas:
http://www2.informatik.uni-muenchen.de/dolina/msg00011.html
A Dolina no le molesta esta circulación.

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